La depuración del espíritu requiere de rituales, de sonidos emotivos, de armonía en el ambiente y una fuerte voluntad para abstraerse de la invasión con que el mundo quiere tomarnos en cuerpo y alma.
La depuración del cuerpo, se trata a veces con mayor urgencia, y porque se tiende a dejar el trabajo a algo externos, personas o cremas, sin embargo, tanto del cuerpo como del alma, la energía es el único medio de compenetrar ambos.
En el camino de tener en cuenta ambos, casi siempre nos olvidamos de los pies, que por estar lejos de nuestros ojos, de nuestros puntos sensibles de energías, de nuestro centro neurálgico, se nos olvida.
Los pies están en riesgo permanente, ya que además de la lejanía de nuestra atención, está cerca de lugares en los que cargar energías negativas es permanente, el suelo, las veredas, los negocios; los pies son conductos directos para redirigir esas energías hasta los lugares usualmente más protegidos, pero a la vez los causantes que haya que tener cuidados extremos con esa parte protegida.
Es por ello que mejor comenzar en el origen. Ya primitivamente el hombre percibía esta idea, razón por la cual se aficiona a “mojar los pies” en cascadas, rios, lagos, pues el confort del acto revela su objetivo: limpiar las energías.
Pero no sólo del agua vive el hombre, de manera que un buen servicio en los pies, siempre es beneficioso.
Por ello se recomienda el mejor ejercicios: caminar, cómodamente calzado y sin objetivos, sin tener la intención de llegar a ningún lado, mejor si hay pasto, arena, tierra, piedras, agua limpia, o sea contacto con la naturaleza.
Cuando tenga tiempo, colocar en la bañera con agua caliente con abundancia de sal gruesa, y un poco de esencia de sándalo o lavanda.
Quedarse, en lo posible hasta que el agua se enfríe, secarse los pies, y recostarse relajadamente a descansar.
Seguramente aprenderá a detectar los beneficios de esta actividad e incorporarla con regularidad, de la misma manera que se lima las uñas, los pies, necesitan mimos en forma regular.
Que le aproveche. |